Luna de miel de Elisa y Marcela

Elisa y Marcela es un espectáculo que ha supuesto una revolución para A Panadaría, que el público acogió con efusividad y la crítica celebró con palabras como las de María Xosé Queizán: “Son muchas las habilidades artísticas y musicales, mucha la inteligencia y la inventiva, mucha la gracia que desbordan, mucha la desmitificación que llevan a cabo. Hacen con maestría un ejercicio emancipador, un divertido acto político”. Con estas últimas funciones, y su programación expandida, hemos querido darle una despedida memorable al espectáculo más premiado de la compañía, que es también uno de los hitos del teatro gallego.

Funciones con intérpretes de lengua de signos, un taller de conciliación , una mesa redonda , un taller de drag king , una tertulia del placer , presentaciones en librerías de la edición especial del texto y partituras originales, recuerdos especiales, un coloquio y un sorteo de una tortilla (como buenas tortilleras) han sido las actividades paralelas que han alimentado esta gira expandida que imaginamos como unas jornadas itinerantes dedicadas a Elisa y Marcela y a las disidencias de antes y de ahora.

Estas últimas “bodas” y su “luna de miel” han sido la segunda ocasión en la que organizamos unas jornadas expandidas alrededor del espectáculo después de Elisa e Marcela toman as rúas en A Coruña en 2018. Tras seis años de gira, 270 representaciones, 12 premios y casi 50.000 espectadoras, podemos decir que Elisa y Marcela ha sido todo lo que imaginábamos y mucho más. Ha sido denuncia, reivindicación, homenaje y mucha, mucha visibilidad lésbica.

La diversidad que reivindicamos para afectos e identidades también la reclamamos para personas con diversidad funcional y por eso le ofrecemos a la comunidad sorda funciones con intérpretes de lengua de signos. En Compostela celebramos la segunda edición de Mulleradas, una tertulia sobre el placer para mujeres a partir de los 50 anos con el acompañamiento de Gena Baamonde y con el apoyo del Consello da Cultura Galega. En As Restrebas y en Monterroso pudimos vivir el amor rural como nuestras protagonistas y adaptamos el espectáculo a unos espacios muy singulares, un pajar y una granja. En A Coruña, ciudad en la que en 1901 se casaron las dos maestras, organizamos un sorteo de una tortilla al terminar la representación y, justicia poética, la ganaron Mar y Montse, una de las primeras parejas en casarse en esa ciudad después de la aprobación de la ley de matrimonio igualitario en 2005. La guinda final la pusimos en Ribadavia, en el marco de la Mostra Internacional de Teatro, con una última función en la Iglesia de la Madalena, abarrotada de gente y desbordadas de emoción.

Como sucedió durante toda la gira gallega y exterior, inventamos fórmulas poco exploradas y sorpresivas para la difusión que, además, reivindicaban la visibilidad lésbica. Hubo decenas de ciudades y pueblos que colgaron de barandillas y balcones la pancarta que decía “Elisa y Marcela se casan. ¡Vivan las novias!”, y panaderías que colaboraron repartiendo el pan en bolsas de papel que anunciaban las fechas de la gira. En las taquillas de auditorios y teatros siempre podías ganar dos entradas si eras la primera persona en llegar allí y decir: “Hola, soy lesbiana”. Invitamos a artistas lesbianas y trans a diseñar camisetas, cuadernos y pegatas como recuerdos de este final, y las usuarias de la Asociación de Personas con Enfermedades Mentales de A Coruña crearon unas figuras de las matrimoniadas.